lunes, 22 de diciembre de 2008

Principios y prioridades

En algún momento Arturo me dijo que él consideraba que no era prudente pretender axiomatizar el actuar de las personas. A mi parecer tiene razón, también defiendo esa postura, sin embargo, mi justificación es escencialmente distinta.
En una de las conversaciones que tuve al respecto con él discutimos sobre la moral. Yo defendía que la moral de cada persona está regida por principios que son inapelables. Explicaba que cada persona tiene ideas acerca de su moral particularmente importantes, y que considera que no deben ser cuestionadas bajo ninguna circunstancia. En mi caso, por ejemplo, el hecho de que nadie tiene derecho a cuestionar la filosofía de vida de alguien como errónea es uno de estos principios. En otras palabras, existe una lista de principios que uno pretende respetar a lo largo de su vida. Claramente esta lista no presenta una rigidez permanente, por el contrario, es preciso moldearla a través del tiempo, mientras crecemos como personas y ampliamos nuestro criterio.
Arturo estaba en desacuerdo con está concepción de la moral, e inmediatamente trato de hacerme ver que había ciertas inconsistencías. Así fue como comenzó a dar ejemplos concretos sobre los cuales profundizamos de una manera bastante enriquecedora. El punto importante que Arturo quería tocar era que hay actos morales que, para un mismo individuo, se ven justificados en algunas circunstancias y en otras no, y que, por lo tanto, no había manera de definir los elementos de dicha lista. Como ejemplo de esto podríamos tomar el hacer daño a alguién con el fin de proteger a algien cercano.
Era bastante importante que tratáramos ese detalle, ya que éste da lugar a una parte importante de esta concepción de la moral. Le comenté que dicha lista no era sólo un conjunto de principios, sino que cada uno de ellos tenía una jerarquía, de manera que cada vez que un individuo faltaba a uno de los principios en su lista se justificaba en uno de mayor prioridad. Concretamente, en el ejemplo anteriror, aunque podamos encontrar como elemento de la lista el no agredir a las demás personas, en el individuo en cuestión se encuentra por encima de esté principio la protección a sus allegados. Es así como nos permitimos faltar a uno de nuestros principios, haciendo valer la jerarquía de alguno que consideremos más importante.
Tras haber escuchado de las prioridades observé a Arturo mucho menos renuente, sin embargo, no parecía totalmente convencido. A mí me parece una buena concepción de moral debido a que presenta dos caraterísticas interesantes: la idea de los principios presenta cierta universalidad, ya que en la mayor parte de las personas hay ideas similares respecto a lo malo y lo bueno, y el hecho de que dicha universalidad no afecta su flexibilidad, ya que las prioridades se ven definidas de forma crítica por cada individuo. Estás características lo convierten en un esquema global, que no va en contra de ninguna concepción subjetiva de moral. Y nos permite ver caraterísticas de la misma tanto en un entorno social como dentro de cada individuo. ¿Qué les parece a ustedes?

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