¡Soy un ser conciente!, un ente tan versátil y amorfo que no tiene la capacidad de describirme; puedo disfrutar del arte, del amor, de la euforia y de la nostalgia; puedo entender, pensar, resolver e imaginar... sin embargo, es una vaga idea que se desprende de esto último lo que da lugar a la esencia de lo que soy, ¡tengo la capacidad de creer que puedo hacer todo lo que pueda imaginar!.
Fui bendecido con la capacidad de soñar, y con las habilidades necesarias para, irónica y paradójicamente, atentar en contra de la razón y la sensatez que me hacen sentir tan afortunado. Así puedo apelar a la necesidad de cualquier justificación para intentar aterrizar cada uno de esos descabellados sueños sobre el terreno de mis ganas y mi voluntad. Por ello puedo vivir en esta eterna locura de perseguir a cada momento la romántica idea de la felicidad.
Tengo la obligación de explotar esta vida, de saborear cada cosa que me ofrece, de experimentar en detalle las sensaciones que mi existencia me permite percibir. La obligación de exigirme hacer más, en las cosas que considero importantes, porque cada vez que puedo justificarme por dejar de hacer algo más soy yo quien pierde.
Fui bendecido con la capacidad de soñar, y con las habilidades necesarias para, irónica y paradójicamente, atentar en contra de la razón y la sensatez que me hacen sentir tan afortunado. Así puedo apelar a la necesidad de cualquier justificación para intentar aterrizar cada uno de esos descabellados sueños sobre el terreno de mis ganas y mi voluntad. Por ello puedo vivir en esta eterna locura de perseguir a cada momento la romántica idea de la felicidad.
Tengo la obligación de explotar esta vida, de saborear cada cosa que me ofrece, de experimentar en detalle las sensaciones que mi existencia me permite percibir. La obligación de exigirme hacer más, en las cosas que considero importantes, porque cada vez que puedo justificarme por dejar de hacer algo más soy yo quien pierde.
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