No importa lo cerca que te lleven del cielo, siempre se ve igual de azul. Si nunca notaste lo alto que estabas fue sólo porque él te enseñó a no mirar hacia abajo. Ahora que se fue y decidiste volver a mirar, has caído en cuenta de que, aunque te prestó sus alas cuando no necesitabas volar, le necesitas para no caer de forma tan violenta. Lo peor es la sensación que parece no terminar, es tanto el camino que recorrieron, que la caída se prolonga más de lo que habrías podido pensar. ¿Y cómo valerte de tus alas débiles?, mermadas por la inactividad, por volar tanto tiempo aferrada a él.
La vida a pasado a ser una broma rebuscada y cruel. Es ahora que no está que sentirás interés en buscar su silueta, y al o poder encontrarla, intentarás con alguna similar, una sombra sin rostro y sin nombre en la que puedas descargar tu pesar, ese que surgió de su partida. Querrás tener a alguien para darle todo aquello que alguna vez él te pidió, sin embargo, ahora no tendrás manera de recibir a cambio todo lo que el ofrecía. Obtendrás menos por aquello de lo que habrías obtenido de su sola mirada- Eventualmente te preguntarás cómo pudo él considerarle valioso... y sentirás que no vales nada.
Invertirás el tiempo que puedas en alguna distracción para no sufrir tanto y tan duro, aunque será más por tu culpa que por la de él; en esos momentos, a pesar de ser él el motivo, harás a un lado las emociones fugaces y te hundirás en ideas más complejas acerca de tu realidad. Te verás obligada a dedicarle a olvidar que sufres más tiempo del que habría hecho falta para no dejarlo ir. Vivirás en la ironía, cuando uno vive creyendo que no merece ser feliz... no vive.
¿Cuánto tiempo y cuántas veces buscaste indirectamente una escusa para hacer que se fuera de aquí? Ahora que se va por su cuenta te ha recordado que puedes sentir, y eso te hacer sentir mal. Te sientes impotente al saber que no importa cuánto quieras buscarle, simplemente no le vas a encontrar. No lo perdiste en ningún lugar de tú casa o del internet, ni en las calles obscuras de esta aburrida ciudad, lo perdiste en su corazón, y ahí sólo él puede buscar.
Aún después, durante un tiempo, esperarás cada noche a que regrese; esperarás pensando que tu paciencia será recompensada, esperaras para tener otra oportunidad. Para ofrecerle lo que te pidió durante años y jamás te detuviste a observar, para hacer las cosas que espera de ti, para ser lo mejor para él, para ofrecerle tu vida entera sin que tenga que dar nada a cambio, para enseñarle que sientes, y que lo sabes gracias a él.
Esperarás a que el universo te de una oportunidad de dejar de llorar por los detalles que tendrás que enfrentar día tras día, detalles insignificantes a los ojos de muchos, pero evidentes a los tuyos y representativos de tu tristeza, de tu soledad, como la tapa del escusado.
La vida a pasado a ser una broma rebuscada y cruel. Es ahora que no está que sentirás interés en buscar su silueta, y al o poder encontrarla, intentarás con alguna similar, una sombra sin rostro y sin nombre en la que puedas descargar tu pesar, ese que surgió de su partida. Querrás tener a alguien para darle todo aquello que alguna vez él te pidió, sin embargo, ahora no tendrás manera de recibir a cambio todo lo que el ofrecía. Obtendrás menos por aquello de lo que habrías obtenido de su sola mirada- Eventualmente te preguntarás cómo pudo él considerarle valioso... y sentirás que no vales nada.
Invertirás el tiempo que puedas en alguna distracción para no sufrir tanto y tan duro, aunque será más por tu culpa que por la de él; en esos momentos, a pesar de ser él el motivo, harás a un lado las emociones fugaces y te hundirás en ideas más complejas acerca de tu realidad. Te verás obligada a dedicarle a olvidar que sufres más tiempo del que habría hecho falta para no dejarlo ir. Vivirás en la ironía, cuando uno vive creyendo que no merece ser feliz... no vive.
¿Cuánto tiempo y cuántas veces buscaste indirectamente una escusa para hacer que se fuera de aquí? Ahora que se va por su cuenta te ha recordado que puedes sentir, y eso te hacer sentir mal. Te sientes impotente al saber que no importa cuánto quieras buscarle, simplemente no le vas a encontrar. No lo perdiste en ningún lugar de tú casa o del internet, ni en las calles obscuras de esta aburrida ciudad, lo perdiste en su corazón, y ahí sólo él puede buscar.
Aún después, durante un tiempo, esperarás cada noche a que regrese; esperarás pensando que tu paciencia será recompensada, esperaras para tener otra oportunidad. Para ofrecerle lo que te pidió durante años y jamás te detuviste a observar, para hacer las cosas que espera de ti, para ser lo mejor para él, para ofrecerle tu vida entera sin que tenga que dar nada a cambio, para enseñarle que sientes, y que lo sabes gracias a él.
Esperarás a que el universo te de una oportunidad de dejar de llorar por los detalles que tendrás que enfrentar día tras día, detalles insignificantes a los ojos de muchos, pero evidentes a los tuyos y representativos de tu tristeza, de tu soledad, como la tapa del escusado.